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Laurentina Ainó cumplió 105 años, la vecina más longeva de Telén

Redacción - 18 julio, 2022

La mujer cumplió el pasado 14 de julio y es historia viviente de Telén.

 

La anciana Laurentina Ainó, ahijada de Juan Bautista Vairoleto, cumplió oficialmente 105 años y es la vecina más longeva de Telén.

 

El intendente Saúl Echeveste la visitó y le entregó un presente para desearle un feliz cumpleaños, como es habitual.

 

“Hoy por la tarde pasamos a saludar a doña Laurentina Ainó en sus 105 años. ¡Felicidades!”, escribió en su cuenta de Facebook el jefe comunal con una foto de la centenaria vecina.

 

Se trata de la vecina más longeva de la localidad, que es parte de la historia viviente de la provincia. Hija de “El Indio” Félix Ainó y ahijada de Juan Bautista Vairoleto.

 

Historia viviente

En el documento de identidad de Laurentina dice que nació el 14 de julio de 1917, pero ella confirmó que tiene “varios años más” porque su familia, que vivía a orillas del río Salado, tenía que hacer un largo viaje hasta Limay Mahuida para anotarla y pasaron varios años hasta que lo hicieron.

 

Tuvo 16 hijos, pero dice que crió a varios chicos más. Familiares afirman que a partir de ella, el árbol genealógico se extiende a unos cien componentes.

 

Laurentina se refirió a la historia de su familia y en diálogo con La Arena reafirmó ser ahijada de Vairoleto, a quien conoció en persona porque solía andar con su padre, Félix “El Indio” Ainó.

 

Ambos fueron parte de la historia del oeste pampeano donde hicieron un mito de sus evoluciones de rebeldía que muchos catalogan de “bandidos rurales”.

 

Ambos murieron en enfrentamientos con la policía, Vairoleto en 1941 y Ainó en 1948. La vida de “El Indio”, el papá de Laurentina, le dio letra al poeta Juan Carlos Bustriazo Ortiz, quien escribió la poesía “Félix Ainó”, y también está en las milongas de Julio Domínguez “El Bardino”.

 

“Mi papá y mi padrino se conocieron cuando andaban huyendo de la policía. Yo los sabía cuidar en el rancho cuando dormían la siesta para que no fueran a molestarlos. No eran hombres malos, sino trabajadores, pero la policía les tenía bronca y varias veces los estaqueaban en la comisaría como un animal y los tenían al rayo del sol. Lograron escaparse y no los pudieron agarrar más”, reflexionó.

 

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